martes, 26 de junio de 2007

MANUEL ACUÑA

Manuel Acuña


(1849 - 1873)




Médico y poeta, nació en la ciudad de Saltillo, Coahuila, el 27 de agosto de 1849. Vivió en una época en que la sociedad mexicana era dominada por una intelectualidad filosófico-positivista, además de una tendencia romántica en la poesía. Hijo de Francisco Acuña y Refugio Narro. Recibió de sus padres las primeras letras. Estudia posteriormente en el Colegio Josefino de la ciudad de Saltillo y alrededor de 1865 se trasladó a la México, donde ingresó en calidad de alumno interno al Colegio de San Ildefonso, donde estudia Matemáticas, Latín, Francés y Filosofía. Posteriormente, en enero de 1868 inicia sus estudios en la Escuela de Medicina. Fue un estudiante distinguido aunque inconstante. Cuando muere, en 1873 sólo había concluido el cuarto año de su carrera. En los primeros meses de sus estudios médicos vivía en un humilde cuarto del ex-convento de Santa Brígida, de donde se trasladó al cuarto número 13 de corredor bajo del segundo patio de la Escuela de Medicina, el mismo, que años antes habitara otro infortunado poeta mexicano, Juan Díaz Covarrubias.Allí se reunían muchos de los escritores jóvenes de la época, Juan de Dios Peza, Manuel M. Flores, Agustín F. cuenca, Gerardo M. Silva, Javier Santamaría, Juan B. Garza, Miguel Portilla, Vicente Morales y otros. Allí fue donde, una tarde de julio de 1872, algunos de los poetas del grupo inscribieron sobre un cráneo, como sobre un álbum, pensamientos y estrofas.En 1868 inició Acuña su breve carrera literaria. Dióse a conocer con una elegía a la muerte de su compañero y amigo Eduardo Alzúa. En el mismo año, impulsado por el renacimiento cultural que siguió al triunfo de la República, participó, junto con Agustín F. Cuenca y Gerardo Silva, entre otros intelectuales, fundando la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl, en el seno de la cual dio a conocer sus primeros versos. Los trabajos presentados en la sociedad publicáronse en la revista "El Anáhuac" (México 1869) y en un folletín del periódico La Iberia intitulado Ensayos literarios de la Sociedad Nezahualcóyotl. Este folleto puede considerarse como una de las obras de Acuña, ya que contiene, además de trabajos de otros escritores, once poemas y un artículo en prosa suyos.
Tenía 24 años y había probado ya la miel de la gloria el 9 de mayo de 1871... En esa fecha se estrenó "El Pasado", drama de su inspiración que recibió una buena acogida por parte del público. Además la crítica ya le había reconocido un sitio destacado como poeta. Rosario de la Peña fue la mujer que estuvo más íntimamente ligada a sus últimos años, fue el gran amor de su vida y según parece, pesó tanto en su ánimo que mucho tuvo que ver con su trágica muerte. De hecho, el atractivo de esta mujer queda reservado como uno de los misterios de la historia, pues fue ella la misma Rosario que despertó por igual la desesperada pasión de Acuña, el deseo de Flores, la senil adoración de Ramírez y el cariño devoto de Martí.Los extremos poéticos de estos cuatro hombres de letras eran motivo de satisfacción y halago para ella, cuya casa era frecuentemente convertida en tertulia donde cada uno exponía sus nuevos versos, se hablaba y debatía de filosofía o de bibliografía. Manuel Acuña fue un apasionado de Rosario de la Peña. Su inmenso y desenfrenado amor por ella fue la causa, o al menos la razón mejor fundamentada, de que quedara trunca su existencia cuando ya en los círculos intelectuales era reconocido su genio, su calidad como escritor y nadie dudaba de su exitoso futuro.¿Qué era lo que pasaba por su mente o por su atribulado corazón aquel 6 de diciembre de 1873? Es un secreto que se llevó a la tumba luego de ingerir cianuro de potasio para cortar su existencia. El cadáver del poeta, de cuyos cerrados ojos, se dice, estuvieron brotando lágrimas según él mismo lo había anticipado:"como deben llorar en la última horalos inmóviles párpados de un muerto"Fue velado por sus amigos en la Escuela de Medicina, fue sepultado el día 10 de diciembre en el Cementerio del Campo Florido, con la asistencia de representaciones de las sociedades literarias y científicas, además de "un inmenso gentío" Las elegías y oraciones fúnebres con que se honró su memoria fueron nutridísimas destacándose las de Justo Sierra, que expresó con singular fortuna, en la primera estrofa de su poema, el sentimiento de dolorosa pérdida que experimentaba la concurrencia: Palmas, triunfos, laureles, dulce aurorade un porvenir feliz, todo en una horade soledad y hastíocambiaste por el tristederecho de morir, hermano mío.Hablaron también Juan de Dios Peza, su gran amigo, Gustavo Baz y Eduardo F. Zárate, entre otros. Posteriormente sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres del Cementerio de Dolores, donde se le erigió un monumento. En octubre de 1917, el estado de Coahuila reclamó las cenizas de Acuña que, tras de haber sido honradas con una ceremonia en la Biblioteca Nacional, fueron trasladadas a Saltillo, su ciudad natal, donde el escultor Jesús E. Contreras había realizado un notable grupo escultórico a la memoria del poeta.De entre los versos de Manuel Acuña es bien conocido el "Nocturno" (dedicado justamente a su amada Rosario, que ha pasado de generación en generación como un canto al amor y al desengaño), o "Ante un Cadáver", que representa toda una reflexión acerca de la vida y la muerte desde el punto de vista de la materia misma y su transformación.Manuel Acuña destacó durante su juventud, pero privó a los amantes de la poesía de ver su evolución y comprobar que estaba destinado a ser uno de los grandes en las letras mexicanas.

Genio mexicano Manuel Acuña

Es turno de mostrar al mundo el genio mexicano que orgullosamente a rebasado los limites de toda frontera, pues en mi pais se empuña el boligrafo con el alma. leeremos una poesia de mis favoritas de Manuel Acuña



"Nocturno a Rosario"por Manuel Acuña(1849-1873)

El poeta se suicidó a los 24 años

por causa de este fatal amor

con una mujer casada.







Pues bien, yo necesito

decirte que te adoro,

decirte que te quiero

con todo el corazón;

que es mucho lo que sufro,

que es mucho lo que lloro,

que ya no puedo tanto,

y al grito que te imploro

te imploro y te hablo en nombre

de mi última ilusión.


De noche cuando pongo

mis sienes en la almohada,

y hacia otro mundo quiero

mi espíritu volver,

camino mucho, mucho

y al fin de la jornada

las formas de mi madre

se pierden en la nada,

y tú de nuevo vuelves

en mi alma a aparecer.

Comprendo que tus besos

jamás han de ser míos;

comprendo que en tus ojos

no me he de ver jamás;

y te amo, y en mis locos

y ardientes desvaríos

bendigo tus desdenes,

adoro tus desvíos,

y en vez de amarte menos

te quiero mucho más.

A veces pienso en darte

mi eterna despedida,

borrarte en mis recuerdos

y huir de esta pasión;

mas si es en vano todo

y mi alma no te olvida,

¡qué quieres tú que yo haga

pedazo de mi vida;

qué quieres tú que yo haga

con este corazón!

Y luego que ya estaba?

concluido el santuario,

la lámpara encendida

tu velo en el altar,

el sol de la mañana

detrás del campanario,

chispeando las antorchas,

humeando el incensario,

y abierta allá a lo lejos

la puerta del hogar...

Yo quiero que tú sepas

que ya hace muchos días

estoy enfermo y pálido

de tanto no dormir;

que ya se han muerto todas

las esperanzas mías;

que están mis noches negras,

tan negras y sombrías

que ya no sé ni dónde

se alzaba el porvenir.

¡Que hermoso hubiera sido

vivir bajo aquel techo.

los dos unidos siempre

y amándonos los dos;

tú siempre enamorada,

yo siempre satisfecho,

los dos, un alma sola,

los dos, un solo pecho,

y en medio de nosotros

mi madre como un Díos!

¡Figúrate qué hermosas

las horas de la vida!

¡Qué dulce y bello el viaje

por una tierra así!

Y yo soñaba en eso,

mi santa prometida,

y al delirar en eso

con alma estremecida,

pensaba yo en ser bueno

por ti, no más por ti.

Bien sabe Díos que ése era

mi más hermoso sueño,

mi afán y mi esperanza,

mi dicha y mi placer;

¡bien sabe Díos que en nada

cifraba yo mi empeño,

sino en amarte mucho

en el hogar risueño

que me envolvió en sus besos

cuando me vio nacer!

Esa era mi esperanza...

mas ya que a sus fulgores

se opone el hondo abismo

que existe entre los dos,

¡adiós por la última vez,

amor de mis amores;

la luz de mis tinieblas,

la esencia de mis flores,

mi mira de poeta,

mi juventud, adiós!

domingo, 3 de junio de 2007

Poeisa erotica

No hay mejor imagen para describir lo que es la poesia Erotica:



Poeisa erotica

Encontré esta imagen y texto tan seductores que llevan a divagar en las entrañas del desafiante y sublime mundo del erotismo recuerden enviar sus comentarios y textos al correo: jovenesdp@gmail.com


viernes, 1 de junio de 2007

La poesia

Uno de mis generos favoritos, es la poesia, esto es por la ricura de su lenguaje y por el maravilloso mundo que encierra en su vientre, mismo que te incita a conocer, ya que estamos en este género literario veamos algunas de las definiciones que por tanto tiempo hemos querido construir.

Poesía, (del griego ποίησις 'creación' < ποιέω 'crear') es un género literario en el que se recurre a las cualidades estéticas del lenguaje, más que su contenido. Es una de las manifestaciones artísticas más antiguas. La poesía se vale de diversos artificios o procedimientos, a nivel fónico-fonológico como el sonido, semántico y sintáctico como el ritmo o del encabalgamiento de las palabras, así como a la amplitud de significado del lenguaje.
Para algunos autores modernos, la poesía se verifica en el encuentro con cada lector, que otorga nuevos sentidos al texto escrito. De antiguo, la poesía es también considerada por muchos autores una realidad espiritual que está más allá del arte; según esta concepción, la calidad de lo poético trascendería el ámbito de la lengua y del lenguaje. Para el común, la poesía es una forma de expresar emociones, sentimientos, ideas y construcciones de la imaginación.
Aunque antiguamente tanto el drama como la épica y la lírica se escribían en versos medidos, el término poesía se relaciona habitualmente con la lírica que, de acuerdo con la Poética de Aristóteles, es el género en el que el autor expresa sus sentimientos y visiones personales. En un sentido más extenso, se dice que tienen «poesía» situaciones y objetos que inspiran sensaciones arrobadoras o misteriosas, ensoñación o ideas de belleza y perfección. Tradicionalmente referida a la pasión amorosa, la lírica en general, y especialmente la contemporánea, ha abordado tanto cuestiones sentimentales como filosóficas, metafísicas y sociales.
Sin especificidad temática, la poesía moderna se define por su capacidad de síntesis y de asociación. Su principal herramienta es el tropo o metáfora, es decir la expresión que contiene implícita una comparación entre términos que naturalmente se sugieren unos a los otros, o entre los que el poeta encuentra sutiles afinidades. Algunos autores modernos han diferenciado metáfora de imagen, palabras que la retórica tradicional emparenta. Para esos autores, la imagen es la construcción de una nueva realidad semántica mediante significados que en conjunto sugieren un sentido unívoco y a la vez distinto y extraño.
Dicho de otra fuente:
Manifestación de la belleza o de los sentimientos por medio de la palabra, que genera determinadas emociones en el lector u oyente.

O que tal las siguientes hechas por algunos poetas

“La poesía es palabra en el tiempo, opuesta al pensamiento lógico (pensamiento lógico=palabra fuera del tiempo)”
Antonio Machado

“La poesía es lo inefable”
Manuel Machado


“El poeta tiene el don de idear y expresar lo que los demás presienten pero no pueden decir.”
Eduardo Marquina
“La poesía se produce porque la dificultad, la violencia, cuando es diestramente vencida, origina la gracia.”
Ramón del Valle Inclán

“La poesía se opone a la filosofía. La retórica disfraza el pensamiento y el sentimiento, la poesía los desnuda por medio del ritmo. Todo verdadero poeta es un hereje y no se limita con teorías.”
Miguel de Unamuno

“La poesía es un modo de orar: un sistema luminoso de señales para rezar a Dios.”
León Felipe

“La poesía es un artefacto artístico es una máquina de fabricar emoción. Inteligencia y sensibilidad son enemigos.”
Juan Larrea
Aunque para mi no es sino simplemente belleza, vida y sublimes momentos a los que el ser humano puede y debe estar expuesto en determinadas circunstancias en la vida.
Para este espacio me permito enviar una poesia enviada por ENIGMA.
Ultimo Rio.

Las notas del agua azul vestida de obscuridad
por los rayos invisibles de algun astro apagado
son para esta dama luz y concierto que inmaculado
relajan dulces los sentidos, camino a la eternidad.


En barca de negros petalos rodeada de calmas ondas
su esbelto cuerpo reposa mientras las aguas deslizan
hacia lo eterno y lo incierto, esta nave, mientras brotan
hadas blancas de la noche que con su cantar suavizan
de la bella la sonrisa, las facciones, las miradas.


Bello es el semblante ciego de esta tierna peregrina
palido como la luna su tez de damasco fino
que de negro su mortaja que de belleza divina..
con sus manos sobre el pecho serena encara el destino.


Y asi, como el sol que dorado deslumbra con sus potentes
rayos que arrojan luz sobre las vastas colinas
Ella a su paso ilumina con brillo plateado el poniente,
la ultima madrugada y el ocaso de sus dias.


De camino hacia el Olimpo donde sea su consuelo
la guarida de los dioses y los cielos sempiternos
duerme rodeada de voces mientras sereno el leteo
la conduce a su capricho por sus designios eternos.


Paisajes celestes blancos aparecen ya rodeando
las orillas del caudal en que se lavan las almas
y por el que viaja dormida una diosa que esperando
inmortalidad y gloria expiro airosa en las altas
cumbres del sinuoso templo en donde se han santificado
por el supremo sacrificio las vidas de otras tantas
benevolas amantes que muertas ahora disfrutan cantando
a Zeus en su gran solio versos suaves y alabanzas.


Ya curiosos dioses, inmortales hasta arpias
se congregan a cada lado de este fabuloso rio
para que entre miradas frias distantes sombrias
reciban a la estrella obscura que emerge desde el vacio.
Recuerden enviar su opinion textos, poesias o simplemente algun comentario al correo: jovenesdp@gmail.com

miércoles, 30 de mayo de 2007

Ricardo Flores Magón

Con solo mecionar tan distinguido nombre retumban los palacios del explotador, teme la justicia parcial, escondiendose el cacique, el tirano y todos aquellos quienes por siglos han azotado el cuerpo del proletario y campesino. Por lo mismo creo muy conveniente presentar los siguientes textos que son patrimonio de la humanidad pues por ellos existe el ideal de Justicia libertad y democracia. Recuerden aún estamos en construccion este sitio mejorara en base a su participación. escriban al correo: Jovenesdp@gmail.com

CADA QUIEN SU CLASE

"Proletario: duélete de tu propia condición. Tus hijos anémicos, canijos, mugrientos, reclaman tu atención.
Tu compañera sufre, casi siempre en silencio; las consecuencias de tu docilidad para tus verdugos.
Tú eres el culpable de que tus hijos tengan hambre; sobre tu conciencia debe pesar el dolor y la desventura de los tuyos.
Sí, tú eres el culpable porque desprecias a los de tu clase y admiras, sigues, aplaudes y vitoreas a los ricos, a los que brillan por el oro que han amontonado con tu sudor.
De esa manera como tu mismo forjas las cadenas que te hacen esclavo.
Rebélate proletariado; pero rebélate con los tuyos, quienes como tú, tienen las manos encallecidas por el trabajo y las espaldas encorvadas por las duras tareas.
Mas no te rebeles así como quiera.
No seas fuerza ciega, sino esfuerzo consciente.
Ataca, incendia, derriba, destruye, reparte la muerte.
Llevando en tu cerebro la idea por tu clase, de que vas a emancipar tu clase, de que vas a destruir el derecho de propiedad individual para que la riqueza no siga por más tiempo siendo el patrimonio exclusivo de los ricos y de los intelectuales, esto es, de los hombres de estudios.
Únete a las filas del Partido Liberal Mexicano.
Rechaza indignado a todos aquellos que traten de decirte a que sigas a Madero, porque óyelo bien: Madero es un verdugo, es el verdugo de clase.
Madero es rico y no piensa sino en aumentar su riqueza.
Ayer hizo millones explotando a tus hermanos en sus haciendas.
Ahora quiere hacer millones con la sangre de los humildes.
Despierta, proletario: llama a la vergüenza en tu auxilio.
¿No te sientes humillado ante la altanería del rico?
Te roba el producto de tu trabajo y se mofa de tu mugre y de tus andrajos.
Para el rico tu no eres el creador de la riqueza y del lujo que él goza, sino un "pelado".
Tú haces sus palacios, y si te atreves a llegar a ellos, llamará a la policía para que te lleve a la cárcel.
Tú levantas sus cosechas, más debes cuidarte de rondar por sus almacenes porque puedes morir de un balazo o ir a para a la cárcel.
Tú fabricas las ricas telas y los confortables muebles y tapices que no son para tu compañera ni para tus hijos.
Tú haces todo lo que contribuye a que la vida se más agradable, arreglas los paquetes, construyes y pules las carreteras, compones las calles, tiendes los rieles, haces las casa para tener que pagar tú mismo por habitarlas.
En fin, lo hace todo, todo sale de tus manos creadoras.
Sin embargo, no ganas más que lo estrictamente necesario para que medio repongas las fuerzas perdidas para seguir creando riquezas, riquezas, riquezas.
Obteniendo, para ello el desprecio de los que te explotan; pues para ellos no eres otra cosa que un "plebeyo", un ser de condición inferior, perteneciente al populacho y a la canalla.
Rebélate, indignado, hermano. Ve a tomar las armas; pero no con tus verdugos, no con Madero, sino con tus hermanos los miembros del Partido Liberal Mexicano.
Madero quiere que sigas trabajando como hasta aquí pues la revolución de él solamente beneficia a los hombres de clases encumbradas.
Rebélate con la resolución inquebrante de tomar posesión de la tierra y de los instrumentos de trabajo, para el beneficio de todos.
Recuerda que la tierra vino a quedar en poder de unos cuantos por medio de la conquista, esto es, de la violencia, y por otros medios más o menos malos como el robo, el fraude, la astucia, el agio.
Los que no la obtuvieron por alguno de estos medios la compraron o la recibieron por herencia, si la compraron lo hicieron con el dinero que representaba el sudor de la clase trabajadora.
No es un robo lo que vamos a cometer los liberales mexicanos, sino un acto de justicia, el más hermoso que ha contemplado los siglos, el más sublime de que han sido testigos las edades.
Compañeros: empujad a vuestros compañeros a que trabajen por la felicidad de la familia.
Es una vergüenza que en este siglo haya pobres y ricos, La ciencia ha venido a descubrir que todos somos iguales; que todos, por lo mismo, tenemos derecho de vivir.
Para conquistar este derecho debemos tomar posesión de la tierra y de la maquinaria y no trabajar más para los amos".
(De Regeneración)
13 de mayo de 1911

MUERA EL ORDEN
"¡Ah, el orden! Así gimen en estos momentos, todos los partidos de lo que se llama orden.
El orden es para esas pobres gentes que sólo puede subsistir estando la humanidad sometida a la férula del polizonte, del soldado, del juez, del carcelero, del verdugo y del gobernante.
Pero eso no es el orden.
Yo entiendo por orden; armonía, y la armonía no puede existir mientras haya sobre la superficie del planeta seres humanos que tienen qué comer en abundancia, y seres humanos que no tienen un pedazo de pan que llevarse a la boca.
Si todas las cosa estuvieran bien arregladas, si toda criatura humana tuviera qué comer, tuviera dónde resguardarse de la intemperie sin tener que pagar alquiler de casa, en una palabra, si todos tuvieran lo necesario para vivir con decencia y sin incertidumbre por el porvenir, entonces no habría nadie que se atreviera a decir: yo soy más que tú, ¡obedéceme!
Entonces habría orden porque habría armonía.
Nadie tendría que disputar a otro, nadie tendría envidia a nadie.
Todos seríamos hermanos y saldrían sobrando el polizonte, el soldado, el juez, el carcelero, el verdugo y el gobernante.
Saldrían sobrando porque conquistada la armonía entre los seres humanos por la conquista de la libertad económica el parasitismo de los funcionarios públicos no tendrían ya razón de ser.
Los funcionarios públicos no son, como se cree, los guardianes del orden.
El orden, que es la armonía, no necesita guardianes, precisamente porque es orden.
Lo que si necesita guardianes es el desorden, desorden escandaloso, vergonzoso y humillante para los que no nacimos para esclavos, es el que reina en la vida política y social de la humanidad.
Desorden es que una clase social pese sobre otra clase social, pues no debe existir más que una sola clase; la de los productores, esto es, la de los trabajadores.
La humanidad se convertirá en clase trabajadora, cuando la tierra y la maquinaria pertenezcan a todos, pues entonces todos tendrán que trabajar para comer.
Para mantener el desorden, esto es, para mantener la desigualdad política y social, para mantener los privilegios de la clase alta y tener sometida a la clase baja, es para lo que se necesitan los gobiernos, los carceleros, los jueces, los verdugos y toda una caterva de altos y pequeños funcionarios que chupan las energía de los pueblos de la tierra.
No es para proteger a la humanidad para los que existen esos funcionarios, sino para tenerla sometida, para tenerla esclavizada en beneficio de los que se han dado maña para retener hasta hoy la tierra y la maquinaria.
¡Ah, el orden! Así gimen en estos momentos los partidos del desorden, esto es, los partidarios de la desigualdad social y política de la especie humana.
No; el desorden no es la esclavitud de una parte de la humanidad por otra parte de ella, sino la libertad de toda la especie humana,
Al orden burgués, los mexicanos contestamos con nuestra rebeldía.
Contra ese orden gritamos: ¡muera el orden! Porque es un orden que maniata la libre iniciativa del ser humano, porque es un orden del cuartel o de presidio.
MUERA EL ORDEN
(De Regeneración)
3 de junio de 1911

martes, 29 de mayo de 2007

Bienvenidos Soñadores

Este sitio es para quienes gustan de la literatura, esto me hace recordar cuando por primera vez tome un libro impulsado más por la curiosidad que por otro motivo y entonces descubri un mundo alterno, un reinado donde uno puede viajar y refugiarse por el tiempo necesario y divagar hasta saciarse. Este libro que por titulo llevaba el nombre de "Utopia" de Tomas Moro y tal vez leido ya por muchos, me hizo saber que se puede plasmar para la perpetuidad todas las ideas y opiniones, pero esto no fue sino solo el principio pues descubrí que existen miles de obras que te pueden hacer soñar y hacerte pasar el rato maravilloso, olvidando asi aunque sea por un momento la vida de miseria, servilismo, hipocrecia y enajenación que a todos nos mantiene oprimidos y en un sueño eterno, mismo que no nos permite viajar y soñar. Por lo mismo quiero reproducir lo que ese libro hizo por mi creando este sitio para que "viajemos un largo rato" recuerden enviar sus textos, ideas, imagenes, videos o lo que les de la gana que para eso es este sitio.
Y para el principio de este sueño me parace muy propio transmitir esta obra que cuando la lei me impresiono mucho es de José Enrique Rodó.
Ariel
José Enrique Rodó.

Aquella tarde, el viejo y venerado maestro, a quien solían llamar Próspero, por alusión al sabio mago de La Tempestad shakespeariana, se despedía de sus jóvenes discípulos, pasado un año de tareas, congregándolos una vez más a su alrededor.
Ya habían llegado a la amplia sala de estudio, en la que un gusto delicado y severo esmerábase por todas partes en honrar la noble presencia de los libros, fieles compañeros de Próspero. Dominaba en la sala —como numen de su ambiente sereno— un bronce primoroso, que figuraba al ARIEL de La Tempestad. Junto a este bronce, se sentaba habitualmente el maestro, y por ello le llamaban con el nombre del mago a quien sirve y favorece en el drama el fantástico personaje que había interpretado el escultor. Quizá en su enseñanza y su carácter había, para el nombre, una razón y un sentido más profundos.
Ariel, genio del aire, representa, en el simbolismo de la obra de Shakespeare, la parte noble y alada del espíritu. Ariel es el imperio de la razón y el sentimiento sobre los bajos estímulos de la irracionalidad; es el entusiasmo generoso, el móvil alto y desinteresado en la acción, la espiritualidad de la cultura, la vivacidad y la gracia de la inteligencia, —el término ideal a que asciende la selección humana, rectificando en el hombre superior los tenaces vestigios de Calibán, símbolo de sensualidad y de torpeza, con el cincel perseverante de la vida.
La estatua, de real arte, reproducía al genio aéreo en el instante en que, libertado por la magia de Próspero, va a lanzarse a los aires para desvanecerse en un lampo. Desplegadas las alas; suelta y flotante la leve vestidura, que la caricia de la luz en el bronce damasquinaba de oro; erguida la amplia frente; entreabiertos los labios por serena sonrisa, todo en la actitud de Ariel acusaba admirablemente el gracioso arranque del vuelo; y con inspiración dichosa, el arte que había dado firmeza escultural a su imagen había acertado a conservar en ella, al mismo tiempo, la apariencia seráfica y la levedad ideal.
Próspero acarició, meditando, la frente de la estatua; dispuso luego al grupo juvenil en torno suyo; y con su firme voz —voz magistral, que tenía para fijar la idea e insinuarse en las profundidades del espíritu, bien la esclarecedora penetración del rayo de luz, bien el golpe incisivo del cincel en el mármol, bien el toque impregnante del pincel en el lienzo o de la onda en la arena,—comenzó a decir, frente a una atención afectuosa:
II
Junto a la estatua que habéis visto presidir, cada tarde, nuestros coloquios de amigos, en los que he procurado despojar a la enseñanza de toda ingrata austeridad, voy a hablaros de nuevo, para que sea nuestra despedida como el sello estampado en un convenio de sentimientos y de ideas.
Invoco a ARIEL como mi numen. Quisiera para mi palabra la más suave y persuasiva unción que ella haya tenido jamás. Pienso que hablar a la juventud sobre nobles y elevados motivos, cualesquiera que sean, es un género de oratoria sagrada. Pienso también que el espíritu de la juventud es un terreno generoso donde la simiente de una palabra oportuna suele rendir, en corto tiempo, los frutos de una inmortal vegetación.
Anhelo colaborar en una página del programa que, al prepararos a respirar el aire libre de la acción, formularéis, sin duda, en la intimidad de vuestro espíritu, para ceñir a él vuestra personalidad moral y vuestro esfuerzo. Este programa propio, —que algunas veces se formula y escribe; que se reserva otras para ser revelado en el mismo transcurso de la acción, — no falta nunca en el espíritu de las agrupaciones y los pueblos que son algo más que muchedumbres. Si con relación a la escuela de la voluntad individual, pudo Goethe decir profundamente que sólo es digno de la libertad y la vida quien es capaz de conquistarlas día a día para sí, con tanta más razón podría decirse que el honor de cada generación humana exige que ella se conquiste, por la perseverante actividad de su pensamiento, por el esfuerzo propio, su fe en determinada manifestación del ideal y su puesto en la evolución de las ideas.
Al conquistar los vuestros, debéis empezar por reconocer un primer objeto de fe en vosotros mismos. La juventud que vivís es una fuerza de cuya aplicación sois los obreros y un tesoro de cuya inversión sois responsables. Amad ese tesoro y esa fuerza; haced que el altivo sentimiento de su posesión permanezca ardiente y eficaz en vosotros. Yo os digo con Renan: «La juventud es el descubrimiento de un horizonte inmenso, que es la Vida». El descubrimiento que revela las tierras ignoradas necesita completarse con el esfuerzo viril que las sojuzga. Y ningún otro espectáculo puede imaginarse más propio para cautivar a un tiempo el interés del pensador y el entusiasmo del artista, que el que presenta una generación humana que marcha al encuentro del futuro, vibrante con la impaciencia de la acción, alta la frente, en la sonrisa un altanero desdén del desengaño, colmada el alma por dulces y remotos mirajes que derraman en ella misteriosos estímulos, como las visiones de Cipango y El Dorado en las crónicas heroicas de los conquistadores.
Del renacer de las esperanzas humanas; de las promesas que fían eternamente al porvenir la realidad de lo mejor, adquiere su belleza el alma que se entreabre al soplo de la vida; dulce e inefable belleza, compuesta, como lo estaba la del amanecer para el poeta de Las Contemplaciones, de un «vestigio de sueño y un principio de pensamiento».
La humanidad, renovando de generación en generación su activa esperanza y su ansiosa fe en un ideal al través de la dura experiencia de los siglos, hacia pensar a Guyau en la obsesión de aquella pobre enajenada cuya extraña y conmovedora locura consistía en creer llegado, constantemente, el día de sus bodas. Juguete de su ensueño, ella ceñía cada mañana a su frente pálida corona de desposada y suspendía de su cabeza el velo nupcial. Con una dulce sonrisa, disponíase luego a recibir al prometido ilusorio, hasta que las sombras de la tarde, tras el vano esperar, traían la decepción a su alma. Entonces, tomaba un melancólico tinte su locura. Pero su ingenua confianza reaparecía con la aurora siguiente; y ya sin el recuerdo del desencanto pasado, murmurando: Es hoy cuando vendrá, volvía a ceñirse la corona y el velo y a sonreír en espera del prometido.
Es así como, no bien la eficacia de un ideal ha muerto, la humanidad viste otra vez sus galas nupciales para esperar la realidad del ideal soñado con nueva fe, con tenaz y conmovedora locura. Provocar esa renovación, inalterable como un ritmo de la Naturaleza, es en todos los tiempos la función y la obra de la juventud. De las almas de cada primavera humana está tejido aquel tocado de novia. Cuando se trata de sofocar esta sublime terquedad de la esperanza, que brota alada del seno de la decepción, todos los pesimismos son vanos. Lo mismo los que se fundan en la razón que los que parten de la experiencia, han de reconocerse inútiles para contrastar el altanero no importa que surge del fondo de la Vida. Hay veces en que, por una aparente alteración del ritmo triunfal, cruzan la historia humana generaciones destinadas a personificar, desde la cuna, la vacilación y el desaliento. Pero ellas pasan,—no sin haber tenido quizá su ideal como las otras, en forma negativa y con amor inconsciente; — y de nuevo se ilumina en el espíritu de la humanidad la esperanza en el Esposo anhelado, cuya imagen dulce y radiosa como en los versos de marfil de los místicos, basta para mantener la asimilación y el contento de la vida, aun cuando nunca haya de encarnarse en la realidad.
La juventud, que así significa en el alma de los individuos y de las generaciones, luz, amor, energía, existe y lo significa también en el proceso evolutivo de las sociedades. De los pueblos que sienten y consideran la vida como vosotros, serán siempre la fecundidad, la fuerza, el dominio del porvenir. — Hubo una vez en que los atributos de la juventud humana se hicieron, más que en ninguna otra, los atributos de un pueblo, los caracteres de una civilización, y en que un soplo de adolescencia encantadora pasó rozando la frente serena de una raza. Cuando Grecia nació, los dioses le regalaron el secreto de su juventud inextinguible. Grecia es el alma joven. «Aquel que en Delfos contemplaba la apiñada muchedumbre de los jonios —dice uno de los himnos homéricos— se imagina que ellos no han de envejecer jamás». Grecia hizo grandes cosas porque tuvo, de la juventud, la alegría, que es el ambiente de la acción, y el entusiasmo, que es la palanca omnipotente. El sacerdote egipcio con quien Solón habló en el templo de Sais, decía al legislador ateniense, compadeciendo a los griegos por su volubilidad bulliciosa: ¡No sois sino unos niños! Y Michelet ha comparado la actividad del alma helena con un festivo juego a cuyo alrededor se agrupan y sonríen todas las naciones del mundo. Pero de aquel divino juego de niños sobre las playas del Archipiélago y a la sombra de los olivos de Jonia, nacieron el arte, la filosofía, el pensamiento libre, la curiosidad de la investigación, la conciencia de la dignidad humana, todos esos estímulos de Dios que son aún nuestra inspiración y nuestro orgullo. Absorto en su austeridad hierática, el país del sacerdote representaba, en tanto, la senectud, que se concentra para ensayar el reposo de la eternidad y aleja, con desdeñosa mano, todo frívolo sueño. La gracia, la inquietud, están proscriptas de las actitudes de su alma, como del gesto de sus imágenes la vida. Y cuando la posteridad vuelve las miradas a él, sólo encuentra una estéril noción del orden presidiendo al desenvolvimiento de una civilización que vivió para tejerse un sudario y para edificar sus sepulcros; la sombra de un compás tendiéndose sobre la esterilidad de la arena.
Las prendas del espíritu joven —el entusiasmo y la esperanza— corresponden en las armonías de la historia y la naturaleza, al movimiento y a la luz. —Adondequiera que volváis los ojos, las encontraréis como el ambiente natural de todas las cosas fuertes y hermosas. Levantadlos al ejemplo más alto:— La idea cristiana, sobre la que aún se hace pesar la acusación de haber entristecido la tierra proscribiendo la alegría del paganismo, es una inspiración esencialmente juvenil mientras no se aleja de su cuna. El cristianismo naciente es, en la interpretación —que yo creo tanto más verdadera cuanto más poética— de Renan, un cuadro de juventud inmarcesible. De juventud del alma o, lo que es lo mismo, de un vivo sueño, de gracia, de candor, se compone el aroma divino que flota sobre las lentas jornadas del Maestro al través de los campos de Galilea; sobre sus prédicas, que se desenvuelven ajenas a toda penitente gravedad; junto a un logo celeste; en los valles abrumados de frutos; escuchadas por «las aves del cielo» y «los lirios de los campos», con que se adornan las parábolas; propagando la alegría del «reino de Dios» sobre una dulce sonrisa de la Naturaleza. — De este cuadro dichoso, están ausentes las sectas que acompañaban en la soledad las penitencias del Bautista. Cuando Jesús habla de los que a él le siguen, los compara a los paraninfos de un cortejo de bodas. — Y es la impresión de aquel divino la que incorporándose a la esencia de la nueva fe, se siente persistir al través de la odisea de los evangelistas; la que derrama en el espíritu de las primeras comunidades cristianas su felicidad candorosa, su ingenua alegría de vivir; y la que, al llegar a Roma con los ignorados cristianos del Transtevere, les abre fácil paso en los corazones; porque ellos triunfaron oponiendo el encanto de su juventud interior — la de su alma embalsamada por la libación del vino nuevo— a la severidad de los estoicos y a la decrepitud de los mundanos.
Sed, pues, conscientes poseedores de la fuerza bendita que lleváis dentro de vosotros mismos. No creáis, sin embargo, que ella esté exenta de malograrse y desvanecerse, como un impulso sin objeto, en la realidad. De la Naturaleza es la dádiva del precioso tesoro; pero es de las ideas, que él sea fecundo, o se prodigue vanamente, o fraccionado y disperso en las conciencias personales, no se manifieste en la vida de las sociedades humanas como una fuerza bienhechora—Un escritor sagaz rastreaba, ha poco, en las páginas de la novela de nuestro siglo,—esa inmensa superficie especular donde se refleja toda entera la imagen de la vida en los últimos vertiginosos cien años—la psicología, los estados de alma de la juventud, tales como ellos han sido en las generaciones que van desde los días de René hasta los que han visto pasar a Des Esseintes.— Su análisis comprobaba una progresiva disminución de juventud interior y de energía en la serie de personajes representativos que se inicia con los héroes, enfermos, pero a menudo viriles y siempre intensos de pasión, de los románticos, y termina con los enervados de voluntad y corazón en quienes se reflejan tan desconsoladoras manifestaciones del espíritu de nuestro tiempo como la del protagonista de A rebours o la del Robert Gresleu de Le Disciple. — Pero comprobaba el análisis también, un lisonjero renacimiento de animación y de esperanza en la psicología de la juventud de que suele hablarnos una literatura que es quizá nuncio de transformaciones más hondas; renacimiento que personifican los héroes nuevos de Lemaître, de Wyzewa, de Rod, y cuya más cumplida representación lo sería tal vez el David Grieve con que cierta novelista inglesa contemporánea ha resumido en un solo carácter todas las penas y todas las inquietudes ideales de varias generaciones, para solucionarlas en un supremo desenlace de serenidad y de amor.
¿Madurará en la realidad esa esperanza? —Vosotros, los que vais a pasar, como el obrero en marcha a los talleres que le esperan, bajo el pórtico del nuevo siglo, ¿reflejaréis quizá sobre el arte que os estudie, imágenes más luminosas y triunfales que las que han quedado de nosotros? Si los tiempos divinos en que las almas jóvenes daban modelos para los dialoguistas radiantes de Platón sólo fueron posibles en una breve primavera del mundo; si es fuerza «no pensar en los dioses», como aconseja la Forquias del segundo Fausto al coro de cautivas; ¿no nos será lícito, a lo menos, soñar con la aparición de generaciones humanas que devuelvan a la vida un sentimiento ideal, un grande entusiasmo; en las que sea un poder el sentimiento; en las que una vigorosa resurrección de las energías de la voluntad ahuyente, con heroico clamor, del fondo de las almas, todas las cobardías morales que se nutren a los pechos de la decepción y de la duda? ¿Será de nuevo la juventud una realidad de la vida colectiva, como lo es de la vida individual?
Tal es la pregunta que me inquieta mirándoos. — Vuestras primeras páginas, las confesiones que nos habéis hecho hasta ahora de vuestro mundo íntimo, hablan de indecisión y de estupor a menudo; nunca de enervación, ni de un definitivo quebranto de la voluntad. Yo sé bien que el entusiasmo es una surgente viva en vosotros. Yo sé bien que las notas de desaliento y de dolor que la absoluta sinceridad del pensamiento — virtud todavía más grande que la esperanza — ha podido hacer brotar de las torturas de vuestra meditación, en las tristes e inevitables citas de la Duda, no eran indicio de un estado de alma permanente ni significaron en ningún caso vuestra desconfianza respecto de la eterna virtualidad de la Vida. Cuando un grito de angustia ha ascendido del fondo de vuestro corazón, no lo habéis sofocado antes de pasar por vuestros labios, con la austera y muda altivez del estoico en el suplicio, pero lo habéis terminado con una invocación al ideal que vendrá, con una nota de esperanza mesiánica.
Por lo demás, al hablaros del entusiasmo y la esperanza, como de altas fecundas virtudes, no es mi propósito enseñaros a trazar la línea infranqueable que separe el escepticismo de la fe, la decepción de la alegría. Nada más lejos de mi ánimo que la idea de confundir con los atributos naturales de la juventud, con la graciosa espontaneidad de su alma, esa indolente frivolidad del pensamiento, que, incapaz de ver más que el motivo de un juego en la actividad, compra el amor y el contento de la vida al precio de su incomunicación con todo lo que pueda hacer detener el paso ante la faz misteriosa y grave de las cosas. — No es ése el noble significado de la juventud individual, ni ése tampoco el de la juventud de los pueblos. — Yo he conceptuado siempre vano el propósito de los que constituyéndose en avizores vigías del destino de América, en custodios de su tranquilidad, quisieran sofocar, con temeroso recelo, antes de que llegase a nosotros, cualquiera resonancia del humano dolor, cualquier eco venido de literaturas extrañas, que, por triste o insano, ponga en peligro la fragilidad de su optimismo. — Ninguna firme educación de la inteligencia puede fundarse en el aislamiento candoroso o en la ignorancia voluntaria. Todo problema propuesto al pensamiento humano por la Duda; toda sincera reconvención que sobre Dios o la Naturaleza se fulmine, del seno del desaliento y el dolor, tienen derecho a que les dejemos llegar a nuestra conciencia y a que los afrontemos. Nuestra fuerza de corazón ha de probarse aceptando el reto de la Esfinge, y no esquivando su interrogación formidable. — No olvidéis, además, que en ciertas amarguras del pensamiento hay, como en sus alegrías, la posibilidad de encontrar un punto de partida para la acción, hay a menudo sugestiones fecundas. Cuando el dolor enerva; cuando el dolor es la irresistible pendiente que conduce al marasmo o el consejero pérfido que mueve a la abdicación de la voluntad, la filosofía que le lleva en sus entrañas es cosa indigna de almas jóvenes. Puede entonces el poeta calificarle de «indolente soldado que milita bajo las banderas de la muerte». Pero cuando lo que nace del seno del dolor es el anhelo varonil de la lucha para conquistar o recobrar el bien que él nos niega, entonces es un acerado acicate de la evolución, es el más poderoso impulso de la vida; no de otro modo que como el hastío, para Helvecio, llega a ser la mayor y más preciosa de todas las prerrogativas humanas desde el momento en que, impidiendo enervarse nuestra sensibilidad en los adormecimientos del ocio, se convierte en el vigilante estímulo de la acción.
En tal sentido, se ha dicho bien que hay pesimismos que tienen la significación de un optimismo paradójico. Muy lejos de suponer la renuncia y la condenación de la existencia, ellos propagan, con su descontento de lo actual, la necesidad de renovarla. Lo que a la humanidad importa salvar contra toda negación pesimista, es, no tanto la idea de la relativa bondad de lo presente, sino la de la posibilidad de llegar a un término mejor por el desenvolvimiento de la vida, apresurado y orientado mediante el esfuerzo de los hombres. La fe en el porvenir, la confianza en la eficacia del esfuerzo humano, son el antecedente necesario de toda acción enérgica y de todo propósito fecundo. Tal es la razón por la que he querido comenzar encareciéndoos la inmortal excelencia de esa fe que, siendo en la juventud un instinto no debe necesitar seros impuesta por ninguna enseñanza, puesto que la encontraréis indefectiblemente dejando actuar en el fondo de vuestro ser la sugestión divina de la Naturaleza.
Animados por ese sentimiento, entrad, pues, a la vida, que os abre sus hondos horizontes, con la noble ambición de hacer sentir vuestra presencia en ella desde el momento en que la afrontéis con la altiva mirada del conquistador. — Toca al espíritu juvenil la iniciativa audaz, la genialidad innovadora. — Quizá universalmente, hoy, la acción y la influencia de la juventud son en la marcha de las sociedades humanas menos efectivas e intensas que debieran ser. Gaston Deschamps lo hacía notar en Francia hace poco, comentando la iniciación tardía de las jóvenes generaciones, en la vida pública y la cultura de aquel pueblo, y la escasa originalidad con que ellas contribuyen al trazado de las ideas dominantes. Mis impresiones del presente de América, en cuanto ellas pueden tener un carácter general a pesar del doloroso aislamiento en que viven los pueblos que la componen, justificarían acaso una observación parecida. — Y sin embargo, yo creo ver expresada en todas partes la necesidad de una activa revelación de fuerzas nuevas; yo creo que América necesita grandemente de su juventud. — He ahí por qué os hablo. He ahí por qué me interesa extraordinariamente la orientación moral de vuestro espíritu. La energía de vuestra palabra y vuestro ejemplo puede llegar hasta incorporar las fuerzas vivas del pasado a la obra del futuro. Pienso con Michelet que el verdadero concepto de la educación no abarca sólo la cultura del espíritu de los hijos por la experiencia de los padres, sino también, y con frecuencia mucho más, la del espíritu de los padres por la inspiración innovadora de los hijos.
Hablemos, pues, de cómo consideraréis la vida que os espera.